Súbito rumor de espadas Cruje, y un «¡ay!» se escuchó; Un «¡ay!» moribundo, un «¡ay!» Que penetra el corazón, 45 Que hasta los tuétanos hiela Y da al que lo oyó temblor; Un «¡ay!» de alguno que al mundo Pronuncia el último adiós. El ruido 50 Cesó, Un hombre Pasó Embozado, Y el sombrero 55 Recatado A los ojos Se caló.